martes, 26 de mayo de 2009

CAMBIOS SOCIALES 1975-1996

La modernización de la sociedad se produjo a partir de los años sesenta del siglo XX. Junto al despegue económico, se dieron transformaciones intensas en la estructura social, a la vez que se producía la secularización de la sociedad.
Las características básicas de este cambio en la sociedad se resume en:
- descenso de la nupcialidad y de la natalidad
- desarrollo de nuevos modelos familiares, con un significativo incremento de los hogares unipersonales
- cambio en la tendencia migratoria, pasando a ser un país receptor de emigrantes
- freno en el crecimiento de las grandes ciudades
- creciente desplazamiento de la población hacia la periferia y los archipiélagos
- terciarización de la población activa
- creación y consolidación del Estado de Bienestar
- estratificación de las clases sociales propia de sociedades capitalistas avanzadas, con un peso importante de las clases medias
- aparición y consolidación de la sociedad de consumo
- desarrollo y cambio del papel de la mujer como actor social

La dinámica demográfica
La característica básica es el cambio en la tendencia demográfica abandonando el proceso de transición de modelos demográficos, con un fuerte aumento de la población entre 1900-1975, y el posicionamiento de la sociedad española dentro del modelo demográfico moderno, a la par de los países más desarrollados. Así, desde 1975, no existen diferencias apreciables entre los parámetros demográficos básicos de la población española y los correspondientes a otros países de la Unión Europea.
Desde la segunda mitad del siglo XX, las novedades más significativas fueron: 1. fuerte descenso de la natalidad, que implicó un freno en el crecimiento de la población con respecto a las décadas anteriores 2. profundización en la tendencia hacia el envejecimiento de la población 3. cambio en el proceso de concentración urbana 4. paso de un país de emigrantes a otro de inmigrantes.
El crecimiento de la población tendió a caer. A partir de 1975 se produjo un descenso espectacular de la natalidad, las causas que lo motivaron fueron:
- el cambio en el sistema de valores de la sociedad española; especialmente, respecto a la familia y a las relaciones sociales.
- El cambio en las actitudes hacia el tamaño de la familia y el esparcimiento de los hijos
- El nuevo papel social de la mujer y, en especial, su incorporación real y deseada del trabajo fuera del hogar
- una mayor disponibilidad y utilización de métodos anticonceptivos eficaces; especialmente, entre mujeres más jóvenes.
- También sería importante otros factores como la ley de divorcio, el aborto, el paro, la crisis económica, el alto coste de la vivienda o la disminución del número de mujeres en edad de procrear.
Las defunciones se mantuvieron estables hasta 1984, para comenzar a aumentar levemente. Esta subida se explica por el envejecimiento de la población, lo que a su vez provocó un aumento de la esperanza de vida.
Se produjeron cambios en la estructura familiar, entrando en crisis el modelo tradicional de familia. Debido a la caída de la natalidad y a la decisión de numerosas personas ancianas de vivir solas, se produjo un progresivo descenso del tamaño de los hogares. En consecuencia se dio un progresivo descenso del tamaño de los hogares con una sola persona y, en menor medida, de los hogares de dos miembros.
A partir de la década de 1970 la distribución de la población en el espacio también cambió. La concentración de la población en los mayores núcleos urbanos llegó a su tope. La distribución del tamaño de las ciudades se volvió en su conjunto menos desigual, de forma que las aglomeraciones pequeñas y las medianas fueron las que ahora crecían más deprisa.

De un país de emigrantes a otro de inmigrantes
Dos de los cambios más llamativos que se produjeron desde la década de 1980 fueron el retorno de los españoles que vivían fuera de España y la constante llegada de extranjeros que fijaban su residencia en nuestro país. Aunque desde el punto de vista cuantitativo la llegada de inmigrantes no se produjo hasta 1997.
Por actividades socio-profesionales, los ciudadanos de países de la UE tienen una alta cualificación y empleos acordes con la misma, mientras que los ciudadanos de los países del Este, pese a tener también una alta cualificación, se encontraban claramente sub-empleados. En cambio, los inmigrantes procedentes de África y de América tenían baja cualificación, empleándose en el servicio doméstico, en el sector servicios, en la minería, transporte, así como de peones de la construcción y en la agricultura. Este último tipo de inmigración fue la que dio un salto espectacular desde 1997.
La inmigración supuso una inyección demográfica necesaria a medio plazo para la economía española, al compensar el creciente envejecimiento de la población y con ello los desequilibrios que se originan entre el número de pensionistas y el de cotizantes de la Seguridad Social y al cubrir la demanda de ciertos puestos de trabajo.
Las mayores dificultades que tenían que superar los inmigrantes eran el idioma, en el caso de no proceder de Hispanoamérica, la cultura y las dificultades de encontrar vivienda y trabajo. De hecho, se daban en ciertos sectores de inmigrantes situaciones de pobreza y de exclusión social.

Una sociedad secularizada
La historia de España ha estado vinculada tradicionalmente a la religión católica. Si bien, la conversión de España en un país industrializado y con una estructura de clases propia de las sociedades avanzadas, con fuerte tendencia al consumo, fueron elementos que facilitaron, a diferencia de épocas anteriores, la separación de la Iglesia y el Estado. Así la Iglesia dejó de ser un grupo de referencia de casi obligada pertenencia a los españoles, y el catolicismo dejó igualmente de ser una parte constitutiva de la identidad histórica y cultural, siendo sustituida esta posición tradicional por otra concepción del estado y de la sociedad más secular y pluralista. Sin embargo, no se ha de minusvalorar la influencia social de la Iglesia católica. La consecuencia de este proceso fue la pérdida del monopolio ideológico de la Iglesia católica.

El creciente protagonismo de las mujeres. La consagración de la igualdad formal y el camino hacia la igualdad real
Un cambio social de indudable importancia fue el protagonizado por la mujer, adquiriendo un peso cada vez más relevante en la sociedad. A ello contribuyó su mayor incorporación al mundo laboral.
La población laboral femenina cambió los servicios personales (fundamentalmente, el servicio doméstico) por otro tipo de servicios vinculados a la administración, la sanidad o la educación, y aumentó su presencia en industrias donde tradicionalmente no encontraba ocupación. La incorporación de la mujer a nuevas actividades no fue acompañada de una igualdad en los salarios; así en los 70 y 80 el salario de la mujer era un 80% del que obtenía el hombre. Otro aspecto negativo fue la existencia de enclaves masculinos tales como los militares, las profesiones jurídicas, científicas o técnicas, o la gerencia y dirección de empresas. Si bien, este última situación, a lo largo de los años 80 y 90 fue variando.
La llegada de los socialistas al poder supuso un impulso en las políticas dirigidas a eliminar las desigualdades reales que aún seguían existiendo. Para ello, se creó el Instituto de la Mujer, en octubre de 1983.

Una sociedad de “nuevas clases medias” y de consumo
El proceso de modernización de la sociedad española produjo la quiebra del viejo sistema de clases y su sustitución por uno nuevo, que respondía plenamente a la estratificación propia. El nuevo sistema se encontraría condicionado por la creciente desruralización, el proceso de industrialización y terciarización, el incremento de los asalariados y la mesocratización (la gradual inserción de las clases medias en las esferas políticas y de poder).
Respecto a la estructura profesional esta se define desde la transición bajo los siguientes aspectos: - el retroceso de los trabajadores manuales
- el incremento de la denominada “nueva clase media”; es decir, de los empleados de oficinas, técnicos, profesionales y vendedores.
- el descenso de las “viejas clases medias”, es decir, los pequeños propietarios y autónomos de la agricultura, industria y servicios.
El rápido crecimiento de la población activa industrial hasta comienzos de la década de 1970 y de los ocupados en el sector servicios desde entonces se asociaron a la expansión de un nuevo factor de estratificación social: la educación. Ello provocó que la propiedad perdiese su monopolio a la hora de establecer las diferencias de clases, aunque el peso de la misma siguiera siendo considerable.
Desde mitad de los años 70, se puede hablar de una plena instauración de la sociedad de consumo en nuestro país, descendiendo así el gasto “primario” puesto en evidencia a partir del aumento del nivel de renta.

Blibiografía utilizada: Álvaro Soto Carmona, Transición y Cambio Social en España, Ed. Alianza, Madrid, 2005

2 comentarios:

Esther dijo...

dani! Soy esther! tienes algo que me pueda ayudar a analizar una cliserie?? voy un poco perdida...jejeje si puedes colgarlo...! gracias!

Dani dijo...

disculpa mi ignorancia, pero ¿qué es una cliserie?